
Hay una verdad que sólo conoce quien posee la llave de mi alma, una verdad liberada y confesada como aliento vital en los oídos. Hay un sentimiento que lleva el nombre que en mis latidos musito, aquel que está a mi lado en mis sueños y amanece palpitante en mi, muy dentro. Hay una mirada que me intimida con sólo rozar mis pupilas y se propaga hasta diluviar empapándome de dicha, y yo, silenciada de palabra y cegada de mirada encuentro la vida en el hondo clamor de la plenitud de tu ofrenda... porque hay un lenguaje carnal que nadie más que tu me ha enseñado...