Chopin.

24 diciembre 2018



Que noche tan rara, a la vez tan común... a la vez tan diferente.
Noche que viene con sobredosis de soledad.
Miro la luna y todos dicen luna llena, pero nadie dice de qué. Para mi... luna llena de promesas rotas que no se cumplieron, promesas que de tanto andar se desgastaron.
Luna llena de sueños que he abandonado al encontrarme de frente con la realidad.
En este momento muchos duermen plácidamente, mientras que yo una vez más estoy tendida en la cama, mirando el techo, en completo silencio, sintiendo como duele cada latido.
Que noche tan rara, a la vez tan corta, a la vez tan larga

17 diciembre 2018

Ésta será la última vez que me de el lujo de extrañarte,si, ésta será la última vez que me permita llorarte.
Que te amé tú muy bien lo sabes, pero sé que tampoco he de morirme si mis sentimientos no valoraste.
Fuiste ternura, fuiste pasión.
Pero si algo he aprendido es que nada es eterno y aúnque duela es mejor quedar con bellos recuerdos que aferrarme a un amor que ya no vive, que sólo agoniza por tus mentiras, por tus falsas caricias.
No seguiré haciendome preguntas que nunca tendran respuestas, tampoco te preguntaré en qué fallé, si de mi di todo lo que pude y hasta lo que no tenía lo inventé.
Pero ya está bueno de llorarte, ya fue mucho suplicarte.
Ya invertí gran parte de mis dias pensándote y de mis noches extrañándote, ya está bueno.
Ya es necesario parar aquí, por eso hoy, sólo por hoy, te pensaré, te lloraré y te amaré por última vez.

14 diciembre 2018

Creo firmemente que los lazos de sangre no son determinantes para constituir profundas relaciones de amor paterno, materno y filial, que no es la sangre sino el roce, la crianza, la presencia, la paciencia la disposición, etc., la que consolida y cimienta una familia.

Si bien sabemos que el ingrediente principal de que está hecha la vida son los CAMBIOS, también nos hemos dado cuenta que hay cambios más difíciles y más duros de aceptar que otros.

La muerte de un ser querido, cualquiera que sea el vínculo, es la experiencia más dolorosa por la que puede pasar una persona.

De repente sentimos que toda la vida, en su conjunto, duele. Nos duele el cuerpo, nos duele la identidad y el pensamiento. Nos duele nuestro entorno y nuestra relación con ese ser querido ausente. Nos duele el dolor de la familia y amigos, nos duele el corazón y el alma.

Sentimos que lo único que calmaría tanto dolor, es el regreso de la persona amada…y al mismo tiempo sabemos que esto no es posible…y la herida duele más aún .

Inevitablemente la muerte es parte de cada vida que vivimos.

Y para superar éste cambio tan importante que supone la pérdida de un ser querido, es necesario hacer un proceso de duelo.

Se sabe que el duelo tiene etapas, que se dan en la mayoría de los casos:

-Negación y/o incredulidad: hay un momento que la noticia nos produce una especie de shock, un momento de negación, de confusión, en el que no entendemos lo que nos está pasando.

-Regresión: de repente rompemos en un llanto desgarrador, gritamos, pataleamos como un niño…no hay palabras lógicas para expresar lo que se siente en ese estado de explosión emocional.

-Furia: rabia, enojo, podemos pasar momentos en los que nos enojamos con todos y con todo, intento de buscar un culpable, un responsable…aun así, una vez más sabemos que detrás de la furia, de la ira, de la rabia, siempre está una profunda tristeza.

-Culpa: también aparece la culpa, nos sentimos culpables por haberle o no haberle dicho tal cosa, por no haber hecho tal otra, por no haber estado en tal sitio…es parecida a la furia, pero la culpa, como siempre es mentira y no debe quedarse en nosotros.

-Desolación: la etapa más dura, donde nos conectamos con la verdadera tristeza. Nos conectamos con la soledad de estar sin el, con los espacios vacíos que nos ha dejado, con nuestros propios vacíos interiores, es aquí cuando tenemos percepciones extrañas, despertar sintiendo su voz, verle en sueños, sentir su presencia, su olor, etc..

-Fecundidad: pasada la etapa de desolación empezamos a vislumbrar a lo lejos la salida. Podemos hacer cosas dedicadas a esa persona, inspiradas en ella

-Aceptación: la llegada a este punto, no significa que todo pasó y ya está resuelto. Se trata de sentir que yo no seria quien soy si no hubiera tenido esa persona a mi lado, conectar con todo lo que quedó en mi. La conciencia de lo que dejó en mi ser.

Todos tenemos la capacidad de atravesar un duelo pero a veces nos quedamos atascados en una de sus etapas, está demostrado que las herramientas más útiles para estos momentos, son un abrazo fuerte, la posibilidad de compartir nuestra historia, el llanto acompañado, el hombro firme, el oído atento, dispuesto a atender nuestra necesidad de hablar, nadie mejor que nuestros seres queridos para atender nuestras demandas…

Sabemos que nuestro duelo ha sido elaborado cuando somos capaces de pensar en nuestro ser querido sin el dolor intenso, cuando volvemos a poner nuestras emociones en la vida y en las personas de nuestro alrededor.

Aun así aunque elaboramos nuestro duelo, no por eso olvidamos la pérdida una vez terminado el proceso.

Queda “el recuerdo de la cicatriz”. El dolor de la cicatriz nos sigue recordando el pasado. Y aunque cada año las cicatrices hablan en voz más tenue, a veces pasa mucho tiempo y puede que hasta  dejen de recordarnos lo perdido.
Sin embargo hay cicatrices, que sin duda, duelen por siempre.

12 diciembre 2018

Me tocó huir de mi misma, pero no sabía a dónde ir ni qué camino recorrer.
Muchas veces me hallé perdida y sin fuerzas para continuar, sentía como mis sueños amenazaban con morir.
Me encontraba en la cúspide de la soledad, sobre el más bajo cielo que podría tocar.
La oscuridad había arropado mi vida y desde lo más débil de mi espíritu sentía agonizar una a una mis ilusiones, hasta que un día finalmente dejaron de palpitar.
La vida no sería fácil, muchas veces me lo aseguraron, pero jamás mencionaron cuán difícil se pondría.
Sola...? Si. Me encontraba sola.
Me encontraba dispersa flotando en un universo que sentía tan mío pero que a la vez amenazaba con dejarme caer.
Desde mi suelo admiraba el plumaje de aquellas águilas que desde lo más bajo habían resurgido, los débiles rayos del sol atravesaban sus plumas y sutílmente calentaban mi alma.
Si... estaba hundida.
Pero con deseos de poder levantarme, abrir mis alas y lanzarme a volar.
Pero la cobardía me había mostrado descaradamente el gran poder que tenía sobre mí.
Llorar..., Gritar..., Pedir ayuda..., Implorar.
Qué no hice?
Pero eran palabras lanzadas al viento, palabras que por una única vez golpearon el eco de mi pecho y finalmente se perdieron en la inmensidad del silencio.
¡Maldito dolor!
Desarraigó de mi ser todo el aliento que me había sido otorgado.
Cómo volver a empezar?
Cómo volver a creer en mi?
No me reconocía, en mí sólo hallé escombros.
Mi felicidad se derrumbó con un golpe de lágrimas que sentía martillaban una y otra... y otra vez donde más me dolía.
Oh águila que llevo dentro, si algún día decides volver a volar, sólo abre tus alas  y no mires abajo... sólo lánzate.
Lánzate y salvame del abismo en que me encuentro.

06 diciembre 2018

Hay mujeres que parecen enteras, pero por dentro están rotas, que llevan una sonrisa en la cara, pero la tristeza la llevan en el alma, que parecen fuertes, que siempre van con la frente en alto, que las ves y crees que no tienen sentimientos, pero pueden derrumbarse en cualquier momento.

Hay mujeres que no quieren enamorarse, porque al entregar el corazón, entregan un poder difícil de controlar, permiten que las lastimen y les destrocen la ilusión.

Hay mujeres que soportan las humillaciones, que se ríen de los insultos, que les da igual que de ellas se burlen, pero cuando es alguien a quien aman, lloran sin parar en la madrugada.

Hay tantas mujeres rotas, pero nadie las nota, porque saben aparentar fortaleza, siempre llevan una sonrisa en la cara, para que no las lastimen, para que las crean enteras.

02 diciembre 2018

Si te vas a ir, no te detengas, sigue tu camino, y por favor, no vuelvas. Pero antes de marcharte...
Devuélveme los besos que con el viento te mandaba, regresa a mis labios los suspiros que al pensarte, escapaban de mi pecho.

Devuelve los latidos, acelerados y tranquilos, que mi corazón, constantemente, al escucharte palpitaba.

Devuelve las caricias que cada noche te entregaba, enredados en sabanas ardientes, recostados en almohadas de sueños complacientes.

Regresa mis palabras que con amor te recitaba, todos esos versos que de mi corazón brotaban.

Devuelve el sonido de mi voz, con la que tantas veces entoné una bella canción de amor.

No quiero que te lleves nada, porque lo que yo te daba, no va a acompañarte a donde tu vayas, se queda conmigo, para guardarlo todo en mi cofre, ahora vacío.

Los de arriba del muro

Sin lugar a dudas, “La Divina Comedia”, de Dante Alighieri, es una obra literaria que debe ser releída una y otra vez a lo largo de nuest...