… y el corazón le saltó en astillas cuando vio a su hombre tendido boca arriba en el lodo, ya muerto en vida, pero resistiéndose todavía a un último minuto al coletazo final de la muerte para que ella tuviera tiempo de llegar. Alcanzó a reconocerla entre el tumulto a través de las lágrimas de dolor irrepetible de morirse sin ella, y la miró por última vez para siempre jamás con los ojos más luminosos, más tristes y más agradecidos que ella no le vio nunca en medio siglo de vida en común, y alcanzó a decirle con el último aliento: —Sólo Dios sabe cuánto te quise.
30 junio 2014
Fragmento de El amor en los tiempos del cólera, Gabriel García Márquez
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