No hace falta que deshoje el interior de mi silencio en tu mirada. Ni hace falta que te muestre la agonía que me viste cuando faltas.
Sólo quiero regalarte este beso que he tejido en mis mañanas, la caricia que he inventado al evocarte, el misterio de tu risa y la sombra de tus labios, y un poquito de este sueño que me envuelve y que me atrapa. Sólo quiero regalarte un recuerdo que no acaba.