Recuerdo todavía mis miedos antes de mi propio casamiento, de las preguntas acerca de la convivencia, del desgaste, de lo problemas, de los hijos y del peso de esas palabras que hay que tomar como sagradas "Que el hombre no separe lo que Dios a unido".
Hoy cuando en el mundo quedan pocas cosas que realmente se hacen por amor, apostar por el matrimonio es como decir: " yo me juego por esto, intangible, glorioso, sacrificado, lleno de alegrías, para toda la vida" y eso no se puede hacer si no es con la conciencia plena de que hay que ponerlo TODO.
Alegra saber que juntos deciden negarse cada uno para ser "nosotros" y empezar una vida rodeada de problemas que solo tienen sentido y son superados cuando está cerca el amor mutuo.
Tantas y tantas consideraciones sobre el amor, tanta inquietud del corazón. Y ahora con las manos de tu amor en tus manos, con esas miradas juntas, y esas lágrimas puestas en común.
Por fin, ya está, se han casado.
Bailaron con sus almas una danza que participa de la divina gloria; no dejen de bailar así durante toda su vida juntos, pendientes uno del otro, amantes ante Dios y ante los hombres, tu felicidad, su felicidad: el gozo de abrazarse, de besarse los ojos y los sueños y hasta el más mínimo pensamiento.
Ahora están viviendo momentos de ensueño. Que nadie se los toque, ni estorbe su alegría: vuestra alegría. Guárdenlos bien dentro, en esa intimidad donde está lo que más quieren, donde ponen a buen resguardo los detalles y las caricias. Juntos, en esa unidad de cuerpos y en esa efusión de almas.
¿... se dan cuenta de lo que significa el sí? La entrega, el servicio, la ternura, el perdón y olvido siempre, la confianza, la aurora, la sinceridad más desnuda, la sonrisa, la mansedumbre, los regalos, la sorpresa constante de las mañanas, el llorar y el reír juntos, (por lo que hay que luchar día a día).
De corazón espero que para ustedes la vida venga llena de problemas para superar juntos; (suena raro ah?, pero;) es el deseo de alguien que reconoce que en las pruebas está la vida misma, es en la adversidad donde la confianza en el otro manda y esa confianza hace cada vez más grande al matrimonio y por tanto a la familia.
Qué prodigio el del amor y cuanta su fuerza.