Qué dulce es reanudar el misterio que encierran tus labios, despacio, pretendiendo descubrir el viento que sobresalta y despierta mi pecho en tu pecho, lecho de olas, travesía mullida de deseos, de desahogos frente al mar de nuestra desnudez.
No caben palabras, ni lo intentamos, tan solo se escucha el aleteo de las sombras zambullidas en el aire, presagio azul del amanecer.
No caben palabras, ni lo intentamos, tan solo se escucha el aleteo de las sombras zambullidas en el aire, presagio azul del amanecer.