Chopin.

14 marzo 2014

El amor se puede sentir, no es necesario verlo porque como la sangre va recorriendo lentamente a todas aquellas partes en donde se suele necesitar. Adormecedor respirar, por más luz que se tenga enfrente tan solo se puede sentir el frío de un moribundo anhelo, contagiado por los sueños, envenenado por el mañana, alejado por la ceguera, asesinando el toque glorioso de un cielo que se va alejando tan lentamente como el respirar de una sangre que ya no da vida, tan solo da un vivir tan triste como perturbador, de un gesto que va sepultando el amor, por más que las emociones llenen los ojos ya jamás se podrá llorar porque cada vez más el cielo se abrirá apartándose de él por su gran agujero que tan solo hará aterrizar a este suelo, contaminando los manos, quemando los ojos debilitando, los sentidos quebrando la voz y ya sin poder gritar esa lágrima que bordea en el filo de los ojos que juega en el obstruido cuello hiriendo al alma, proclamando una vez más la ausencia del amor que una vez más se va arrancar de la esencia de un ser que ausente está, que ya no podrá pestañear por más vivo que quiera estar, el ya jamás va mirar porque  está lejos de este lugar y desde su sitial ya no tendrá recuerdos porque ya se no llegará a aquel lugar en donde ya no se podrá tener la alegría de una vida, el toque de una magia divina de un eterno andar y por mas que se intente respirar esa lagrima dolerá cada vez más, como la ausencia de la dicha, como el abrazo de un necesitado calor, como el beso de un ausente amor.

Los de arriba del muro

Sin lugar a dudas, “La Divina Comedia”, de Dante Alighieri, es una obra literaria que debe ser releída una y otra vez a lo largo de nuest...