A media luz, nuestros cuerpos con su vaiven de caderas bailan al mismo compás, el fuego está en nuestra piel, nuestros cuerpos están hambrientos, saciamos el deseo. Muerdo mi almohada para evitar que se escuchen mis gemidos llenos de pasión y entrega, parecemos dos fieras salvajes devorándonos en la noche, en las sombras se dibujan nuestras poses y la luna palidece de mirar nuestro desenfreno. En las paredes retumban nuestros quejidos de esta entrega total, el deseo nos transforma, entre sábanas no existe ni verguenza, ni pudor sólo deseo y es él quien manda.
Hoy quiero hablarles de alguien especial, alguien cuyo corazón lucha contra las sombras diarias. Esta persona, que tal vez pasa desapercib...
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De forma muy sencilla, pero con voz nítida y fuerte, quisiera decir que tenemos la necesidad de vivir en paz con los de...
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Hay momentos cuando el mundo se detiene y me quedo sola en silencio y mi mente se aquieta sÓlo entran en ella pensamientos, sensaciones que ...
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Recuerdo todavía mis miedos antes de mi propio casamiento, de las preguntas acerca de la convivencia, del desgaste, de los probl...