25 enero 2014
Me atas anudando tus latidos a los míos, penetrando mi alma para verte en mis ojos abriendo nuevos cielos para mis alas. No hay placer que sepa de la hermosura que te invoca mi desnudez cuando me perpetuas en tu retina y nos volvemos una misma piel. Me quieres indefensa ante tus caricias sin excusas que me distraigan y ajena a las demás miradas. Sostenida por el tacto suave de tus manos y tan segura entre tus brazos que no haya otoño que nuble la luz inocente de mi mirada.
Hoy quiero hablarles de alguien especial, alguien cuyo corazón lucha contra las sombras diarias. Esta persona, que tal vez pasa desapercib...
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