Hace ya tres años el tren en que viajo hizo escala en una estación importante: la tercera edad.
Esta es la etapa de la vida que ha sido reservada a los afortunados que lograron llegar. Desafortunados también, porque han perdido a familiares y amigos que quedaron en estaciones anteriores.
Si hemos llegado a la edad que otros no pudieron, pues cada día es una ocasión más que especial para vivir mejor y saber adaptarnos.
Lo mejor en esta fase es que no hay arrugas en el corazón ni en los sentimientos.
Lo ideal es envejecer y llevar las canas con dignidad, una actitud positiva permite una vida más larga.
Se piensa que el pensamiento positivo sobre el envejecimiento aumenta la voluntad para vivir, y hace a la persona más resistente a las enfermedades. Además, el estrés mental respecto al envejecimiento es menor para quienes tienen una actitud positiva.
Así que me he trazado un plan muy positivo, alegre y optimista para que los años no me derrumben y, conocer más nietos, quizás bisnietos, amigos; y sobreponerme a la pérdida de los que tienen que abandonarme en esta trayectoria, que cada vez aumenta en número.
El tren continúa su camino hasta que me toque bajar. Por eso decidí vivir cada día como si fuera el último, sin pensar que me estoy poniendo vieja, porque si el espíritu se mantiene joven, no hay vejez que valga.
“Nada nos hace envejecer con más rapidez que el pensar incesantemente en que nos hacemos viejos”
Georg Christoph Lichtenberg.
Esta es la etapa de la vida que ha sido reservada a los afortunados que lograron llegar. Desafortunados también, porque han perdido a familiares y amigos que quedaron en estaciones anteriores.
Si hemos llegado a la edad que otros no pudieron, pues cada día es una ocasión más que especial para vivir mejor y saber adaptarnos.
Lo mejor en esta fase es que no hay arrugas en el corazón ni en los sentimientos.
Lo ideal es envejecer y llevar las canas con dignidad, una actitud positiva permite una vida más larga.
Se piensa que el pensamiento positivo sobre el envejecimiento aumenta la voluntad para vivir, y hace a la persona más resistente a las enfermedades. Además, el estrés mental respecto al envejecimiento es menor para quienes tienen una actitud positiva.
Así que me he trazado un plan muy positivo, alegre y optimista para que los años no me derrumben y, conocer más nietos, quizás bisnietos, amigos; y sobreponerme a la pérdida de los que tienen que abandonarme en esta trayectoria, que cada vez aumenta en número.
El tren continúa su camino hasta que me toque bajar. Por eso decidí vivir cada día como si fuera el último, sin pensar que me estoy poniendo vieja, porque si el espíritu se mantiene joven, no hay vejez que valga.
“Nada nos hace envejecer con más rapidez que el pensar incesantemente en que nos hacemos viejos”
Georg Christoph Lichtenberg.