Tus manos ágiles, abren mi blusa sin contemplación, y como si de un terremoto se tratara, mi pecho comienza a temblar, acariciado por las suaves palomas de tus dedos.
Desnuda entre tus brazos me tienes, me envuelves en un sueño interminable de amor, palabras, susurros inevitables, y esta melodía…
Me alejo, pero te busco, eres mío, mas no somos de ninguno.
Puedes decirme que no, sonreír y sentir como arde tu corazón sin pudores, sin dudas, sin tener en cuenta lo falso de las moralinas.
Así nos miramos sin decirnos nada, no hace falta, nuestros cuerpos unidos lo dicen todo...