Chopin.

17 agosto 2018

No te sorprenda si llegas y me ves mirando a través de la ventana saboreando mi última taza de café y disfrutando del último cigarrillo de mi cajetilla.

No te sorprendas, pues no debe ser sorpresa para ti que me he cansado.

Desde hace días te he dado señales de mi cansancio y de mi desinterés por esperar, pues en tí nunca ha existido la intensión de cambiar.

No te sorprendas si me ves serena y sin llorar, pues ya he llorado tanto en el silencio de mis madrugadas.

Hoy tan sólo estoy aquí, despidiéndome de cada suceso, ya que mi hora de partida se acerca con cada segundo.

No, no es necesario pronunciar palabra alguna, ya todo se ha dicho, y lo que faltó por decir ya no tiene importancia.

Debes saber que apenas termine mi café y mi cigarrillo me iré... en silencio.

No me llevaré mucho, sólo lo que me pertenece.

Me llevo mis lágrimas, mis noches de insomnio y esas llamadas que nunca contestaste.

Te dejo tus insultos y malos tratos.

Dividiré los recuerdos, tantos los malos como los buenos.

Ahí te dejo tu mitad.

También te dejo algunos abrazos rotos y gran parte de tus besos, sobre todo aquellos en los que sentía que ya no me querías.

En la cocina quedan las tardes en las que por la ventana te veía llegar y en la puerta quedó el beso en la frente con el que te recibía.

Dejé mi celular, así que no debes preocuparte, no llamaré para decirte que te extraño y que quiero volver.

No te sorprendas si ahora que me vaya sientes que a la casa la invade el vacío, con el tiempo te acostumbrarás como lo hice yo.

En la cafetera he dejado preparado el café tal como a ti te gusta mientras lees los periódicos en las mañanas, aunque debes aprender a prepararlo, pues yo ya no estaré más.

Y en la mesa tienes servida la cena y no te preocupes por el dolor en el pecho, pronto se convertirá en tu mejor compañía.

Ahora si ha llegado el momento de mi partida.

Te dejo todo listo para que empieces una nueva vida, igual como lo haré yo.

La única diferencia es que el calvario que a ti te espera ya yo lo viví.

Me voy liviana, me voy tranquila.

Y por favor... no intentes buscarme, ya no volveré

Ah, un último favor. Lava mi taza y barre las cenizas de mi cigarro.

Los de arriba del muro

Sin lugar a dudas, “La Divina Comedia”, de Dante Alighieri, es una obra literaria que debe ser releída una y otra vez a lo largo de nuest...