Te cuelas sigiloso por mi ventana, sin pedirme permiso me invades, buscando deseoso mi piel sedosa.
Sediento bebes mis aguas peligrosas, sorbiendo con tus labios cada centímetro de mis ganas.
Inundas mi cuerpo de tu placer, extasias mis palpitaciones, tronando como un resplandor de luz.
Bebes mi pecho entre besos, emborrachándote del vino de mi delirio, tomando el fruto prohibido de mi carne.
Te apoderas de mi cuerpo, absorviendo mi desbordada lujuria y apasionadamente rendida, sin condiciones, me entrego a tu viento.
María