Llevo mucho escribiendo mensajes de piel en la envoltura frágil de una roca, jeroglíficos sin nombre que sólo tu puedes entender.
No puede costarte tanto encontrarme, si tu sueles tantear mis caderas con la premura del hambriento, si tu sueles devorar mi mirada con la seguridad de saber que seguiré el camino que me trazaste.
Estoy acá, desvestida y transparente, hecha alma, manantial de emoción, esperando que recorras mis pabellones y entonces instales la dicha para siempre.