Chopin.

17 septiembre 2014

Es hora de que el cuerpo se cimbre por el abrazo del deseo entre sueños celestes y almohadones de azules  encajes, la invitación al placer salvaje de devorarse hasta los huesos, turgentes prominencias de fuego arden y se yerguen hacia el cielo coronadas sus cumbres por glamorosos y pálidos soles rosados Caminos de tierras fértiles y húmedas esperan ansiosos y el fresco musgo sediento bebe, y bebe rojo vino añejo, los sentidos se aturden, se embriagan, se pervierten, enloquecen entre perfumes insinuantes aromas de frutos y mieles dulces...

  Hoy quiero hablarles de alguien especial, alguien cuyo corazón lucha contra las sombras diarias. Esta persona, que tal vez pasa desapercib...