“Era muy impresionante ese fuego
como yo lo vi el día que llegué, parecía el fuego del infierno. Pero más
impresionante todavía es la solidaridad de los jóvenes que había,
luchando contra ese fuego, luchando contra ese infierno”, Ernesto
Cardenal, poeta. (15-4-2014).
La
solidaridad nace del ser humano y se dirige esencialmente al ser
humano. La verdadera solidaridad, aquella que está llamada a impulsar
los verdaderos vientos de cambio que favorezcan el desarrollo de los
individuos y las naciones, está fundada principalmente en la igualdad
universal que une a todos los hombres. Esta igualdad es una derivación
directa e innegable de la verdadera dignidad del ser humano, que
pertenece a la realidad intrínseca de la persona, sin importar su raza,
edad, sexo, credo, nacionalidad o partido. La solidaridad trasciende a
todas las fronteras: políticas, religiosas, territoriales, culturales,
etc., para instalarse en el hombre, y hacer sentir en nuestro interior
la conciencia de una “familia”. La solidaridad implica afecto: la
fidelidad del amigo, la comprensión del maltratado, el apoyo al
perseguido, la apuesta por causas impopulares o perdidas, todo eso puede
no constituir propiamente un deber de justicia, pero si es un deber de
solidaridad.
La
solidaridad es el apoyo que se
brinda a otro, es un acto de desprendimiento que supone la entrega o
sacrificio para causar un beneficio en los demás, se basa, por tanto, en
un profundo respeto y empatía para reconocer que otro requiere de
nuestra colaboración, la palabra solidaridad proviene del latín
soliditas, que expresa la realidad homogénea de algo
físicamente entero, unido, compacto, cuyas partes integrantes son de
igual naturaleza. Hay diversos significados para este término tan
conocido, que se define como: adhesión circunstancial a la causa o a la
empresa de otros.
La
teología cristiana adoptó el término solidaritas, aplicándolo a la
comunidad de todos los hombres, iguales por ser hijos de Dios y
vinculados estrechamente en sociedad. En este contexto, vemos que para
la teología el concepto de solidaridad está estrechamente vinculado con
el de fraternidad entre los hombres, que les impulsa a buscar el
bien de todas las personas, sólo por el hecho de que todos son iguales
en dignidad gracias a la filiación divina.
En
el área del derecho, se entiende que los socios son solidarios cuando
son individualmente responsables por la totalidad de las obligaciones.
Jurídicamente, la solidaridad implica una relación de responsabilidad
compartida, de obligación conjunta.
La
solidaridad, sinónimo de igualdad, fraternidad, ayuda mutua, en un todo
unido a los conceptos de responsabilidad, generosidad, desprendimiento,
cooperación y participación, se desprende de nuestra naturaleza nos
indica que no estamos solos, que preferimos vivir acompañados porque
somos sociales por naturaleza, no prescindimos de nuestros iguales ni
tampoco intentamos desarrollar nuestras capacidades de manera
independiente.
En estos tiempos, en que nuestro país está intentando volver a ponerse de pie después de un terremoto y un
dantesco y devastador incendio, el valor de la solidaridad nos invade tanto en la dimensión humana como en el
aspecto social y también profesional. Este
valor, esta forma de enfrentar la relación con los demás eminentemente
positiva evidencia el interés de cada uno de nosotros por el bien del
prójimo.