Quizá no encontremos la salida en mucho tiempo, quizá no superemos la ausencia en muchos meses… Pero hay algo que ni siquiera la muerte rompe: el AMOR, y aunque ya no podamos verte, ni escuchar tu voz, ni mirarte a los ojos, ni abrazarte físicamente, siempre podremos cerrar nuestros ojos para recordarte, para decirte desde nuestro corazón que te extrañaremos.
Y desde ahí, es donde nacerán los verdaderos consuelos: desde la eternidad de un sentimiento y no desde lo efímero de una vida mortal.