Deja que tus manos naufraguen por todo mi cuerpo que desciendan por la duna de mi vientre.
Deja que tus dedos sean pinceles que delineen mis formas, que pinten de mil colores mi pecho.
Deja que tus manos sean tobogán en mi espalda, que me dibujen caricias desnudas.
Deja que tus dedos se abran para embriagarme germinando destellos en mi piel.
Deja que tus manos atraviesen mi alma y reposen en mi corazón.
María