En todo el mundo no hay una tradición más universal y que nos unifique e identifique tanto como la celebración de la Navidad. Su sola mención trae emociones, excitación y alegría en los niños, días de fiesta y buenos ratos, así como gratas añoranzas y la esperanza del re-encuentro con familiares o amigos de siempre.
Navidad, tiempo de reflexión, las sensaciones se mezclan, nuestros corazones se encienden, las ilusiones se despiertan. La esperanza nos abraza, los sentimientos son poderosos, la luz de la fe nos ilumina, regalando el perdón somos dichosos. Los ángeles nos envuelven con sus mantos plateados, en sus alas transportan mensajes de nuestros seres amados. Los sueños nos acarician y brota una intensa calma, las emociones se reflejan en el espejo de nuestra alma. Un niño llamado Jesús nos trae la paz y el amor, y la tibieza de su ternura borra las huellas de dolor.