Chopin.

15 enero 2016

Lo inevitable.

Sé que existe, pruebas no me faltan.

Aura envolvente que desde el pasado acompaña cada paso. Que se asoma en ese instante en el que un pequeño ser floreciente sale al mundo sin conciencia de lo que le deparará su breve o longeva existencia; pero que paciente, suele quedar a la espera. Impregnada en monumentos, en edificios o en plazas, no sabemos si es él, o ella.

¿Qué más da? ¿Acaso importa?

La vida es medio, es camino, es cauce. Y cual agua de río, vamos fluyendo. “Eso (a)”, cual árbol, acompaña y da sombra al sendero. A veces se asoma, se presenta dejando un rastro de escalofríos o lágrimas, de duelo, de desesperanza. A veces es cordialmente invitada.

Hay sociedades que la veneran, la siguen, la esperan. Otros, un poco más cobardes, preferimos temerla.

¿Por qué no nos develas tu gran misterio?, ¿por qué no nos concedes saber si es dulce tu morada?, ¿acaso temes decirnos, que cómo llegas te vas?, ¿qué eres cómo ese amor fugaz que tras encender la llama se consume?

Sí, eso me temo. Me temo algún día partir sin pena ni gloria, desaparecer y consumirme y no ser más que polvo.

Ser un adiós definitivo e hiriente…

Los de arriba del muro

Sin lugar a dudas, “La Divina Comedia”, de Dante Alighieri, es una obra literaria que debe ser releída una y otra vez a lo largo de nuest...