No han tocado otras gemas más que el blando amasijo, la tierra generosa, la cuajada tibia, el mote, las rosas, en la artesa la ropa, y del blanco vellón la hebra que nace, que sigue, que crece cual blanca agonía...
No han tocado otras pieles, más que sus seis pieles prolongaciones morenas, sueños del mañana.
Ilusiones vanas? O Ilusiones ganadas al porfiado destino que nunca se cansa de torcer la mano?
Y tocan las pieles de la mansa vaca, de la uva negra y del dorado damasco.
Tus manos amasan esperanzas vagas, futuros inciertos, caldillos de campo.
Y tu alma? ... Quien sabe de ella? Yo la entiendo madre, es una cadena de luchas ganada, de dulzuras escasas.
¡Que mezquina es la vida y tanto que has dado.
Tu mereces pieles, inciensos y bálsamos, pero sólo cosechas espinas delgadas que acosan tu alma, cual dagas mortales, hiriendo, golpeando, blandiendo, acechando.
Deseas la muerte.
No debes hacerlo, descansa y observa los frutos logrados, no es mucho por cierto, pero, ¡ bien ganados!