30 septiembre 2013
Qué difícil es aprender en esta vida, aprendemos a ser buenos hijos cuando somos padres y buenos padres cuando somos abuelos. Aprendemos que la amistad es una gran virtud cuando ya hemos perdido el mejor amigo. Aprendemos a pedir perdón cuando nunca hemos perdonado, y ya perdimos la esperanza de ser perdonados, miramos a nuestro alrededor dándonos cuenta que estamos solos.
Aprendemos a mirar con ternura cuando nuestros ojos no distinguen los bellos y hermosos colores del arco iris. Aprendemos que el amor es el más bello y tierno de todos los sentimientos, cuando dejamos pasar todas las oportunidades para darle cabida en nuestro pecho a un genuino y gran amor. Aprendemos a percibir las fragancias de las flores, cuando hemos destruido todos los jardines y no tenemos espacio para cultivarlas.
Aprendemos que necesitamos el calor de un fuerte y tierno abrazo cuando nuestro cuerpo está temblando de frío y ya no tenemos a nadie cerca.
Aprendemos la importancia de ser feliz al lado de nuestra pareja cuando ella cansada se marchó de nuestro lado sin decir adiós. Aprendemos que ser honestos y sinceros es una gran virtud cuando nadie cree que somos capaces de ser leales y que hemos cambiado, nuestra forma de ser y de pensar.
Aprendemos a disculparnos cuando hemos faltado, pero debemos demostrar, que nos ha crecido el alma para pedir el perdón. Debemos aprender que las cosas buenas vividas en el pasado, por mucho que la recordemos son irrepetibles en la vida; lo mejor no es lo que está por llegar, sino los buenos momentos que estamos viviendo en el presente. Debemos aprender que el amor y la pasión no se miden por los suspiros que brotan del pecho sino por los tiernos y ardientes momentos que nos dejaron sin aliento.
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