Chopin.

27 febrero 2025

 El imperialismo busca dividir a América Latina porque, al fragmentar a los países de la región, puede mantener su control económico, político y cultural sobre ellos. Una América Latina unida tendría mayor capacidad para negociar, proteger sus recursos naturales, y construir un modelo de desarrollo independiente que no dependa de potencias extranjeras.

Esta estrategia de división tiene varias razones:

América Latina es rica en recursos naturales como petróleo, minerales, agua y biodiversidad. Divididos, los países tienen menos capacidad para proteger esos recursos frente a empresas transnacionales o intereses extranjeros.

Un bloque latinoamericano unido tendría un peso geopolítico más grande en el escenario global. Dividir a los países permite que las potencias dominantes impongan tratados comerciales, acuerdos desfavorables o incluso intervenciones políticas y económicas.

A través de acuerdos bilaterales en lugar de multilaterales, las potencias imperialistas logran que los países de América Latina dependan económicamente de ellas. Esto reduce las posibilidades de que se desarrollen mercados internos o alianzas más justas entre naciones vecinas.

Mantener a los países enfrentados permite imponer ideologías favorables al imperialismo, debilitando movimientos sociales o gobiernos que buscan modelos de desarrollo alternativos.

En resumen, la división beneficia al imperialismo porque dificulta la resistencia colectiva y perpetúa un sistema en el que América Latina es vista como proveedora de materias primas y mano de obra barata, en lugar de como un conjunto de naciones soberanas capaces de decidir su propio destino.

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