Mi piel amanece en tus labios, siente la humedad de tus besos, el nombre de tus letras, el oxígeno de tu aire.
Mi piel se abriga de tu tacto, del sonido de tus manos, de tu voz que me acaricia, de tu lengua que me busca.
Mi piel desnuda se viste de ti, de la danza de tu cuerpo, de la luz de tu mirada, de la melodía de tus latidos.
09 abril 2015
Conciente de que eras agua de otro molino, a pesar de que serías viento helado, dura loza, patética corona de mirada esquiva, frágil memoria, eterno desatino cruel jugada del destino… ¡Te amé!
06 abril 2015
Alguna vez dejaré de ser hoguera para ser yermo silenciando mis latidos y tu recuerdo. Gatearé los peldaños del olvido y atajaré la evocación de tu presencia dejando escurrir todos mis sueños.
En un fugaz anhelo de volar y volar, guardaré tu sonrisa, y el calor de tus manos, como algo que ambicioné.
El
piano, ya que fue un instrumento musical novedoso en el siglo XIX, tomó
su fuerza a lo largo de éste y dejó lejanamente en un segundo plano al
clavicémbalo, al momento de tenerlo en cuenta para la interpretación de
una obra determinada. Muchos artistas, en el piano, expresan
musicalmente grandes composiciones, elaboradas bajo los estilos de un
Allegro, Vivace, Andante, Scherzo, entre otros. Uno de ellos se encargó
de profundizar sus sentimientos y experiencias cotidianas a través de
sus obras en aquel instrumento de 8 octavas, intercaladas entre teclas
blancas y negras, pues así se ve reflejado al momento que nos sentamos a
escuchar sus propias obras, sonatas y famosos nocturnos.
Al
momento de interpretar el piano, sus obras tomaban posesión, entre los
que atestiguaban los recitales que éste realizo, desde los sentidos
hasta lo más profundo de los instintos.
Aquel hombre es Fryderyk Franciszek Chopin.
Chopin,
es uno de los pianistas más importantes de la historia universal.
Nacido en Zelazowa Wola, una aldea localizada a más de cincuenta
kilómetros de Varsovia, el jueves 1 de marzo de 1810, bajo el seno de
Mikolaj Chopin, un licenciado inmigrante francés, y de Tekla Justyna
Kryżanowska, que pertenecía a una familia de la nobleza polaca en grado
menor. Aunque en su partida bautismal está escrito que el compositor de
los nocturnos nació el 22 de febrero, éste y su familia aclaran que la
fecha exacta es la mencionada anteriormente.
Desde
escasa edad, empezó su pasión por el piano, donde fue guiado por su
primera maestra, Ludwika, su hermana mayor. A los siete años compuso sus
primeras polonesas para piano en sol menor y si bemol mayor, a pesar
que le dificultaba escribir partituras, donde en ese entonces su padre
le ayudaba e ello. Dos años más tarde, Chopin recibía lecciones de
teoría musical a cargo del violinista Wojciech Żywny y del compositor
silesiano Józef Ksawery Elsner, éste último lo profundizó temáticamente
en ello y en composición.
Un
hecho clave en la vida del compositor, fue que éste, en un día del mes
de mayo de 1832, paseaba por una calle de París y se encontró con el
padre del príncipe Antonio, Valentín Radziwillf. Éste lo invita a una
velada que ofrecía uno de sus amigos, James de Rothschild. En aquella
recepción, tiene la oportunidad de realizar un improvisado recital
obteniendo un gran éxito dentro de los que estaban presentes, que a su
vez eran grandes personalidades de una de las capitales más bellas de
Europa.
Con
raíz a ésta presentación, su nombre empieza a difundirse a lo largo de
París, causando a su vez una gran popularidad entre los grandes señores y
la gente del común de la ciudad, que al mismo tiempo se convertirían en
sus grandes admiradores. Aquella presentación le permitió también
convertirse en profesor de piano de los que se encontraban dentro de la
velada, entre ellos La princesa de Vaudemont, el príncipe Adam
Czartoriski, el conde Apponyi y el mariscal Lannes.
Por
parte de sus obras podemos contemplar una galería auditiva de sonatas
para Orquesta y piano, mazurcas (danza tradicional polaca desde el siglo
XVI), valses y sus famosos nocturnos. Entre éstas podemos resaltar las
Variaciones Brillantes Op. 12, el Rondó Op. 16, el Vals Op. 18, el
Andante Spianato, Op. 44, el Preludio en do # menor Op. 45, el Allegro
de Concierto Op. 46 y Gran Polonesa Brillante Op. 22, que ésta última es
interpretada al final de la película El Pianista (2002), del director
polaco Roman Polański.
A
parte de sus más de 200 obras compuestas, se resaltan 19 nocturnos que
le hacen recordar a aquellas personas y momentos que le fueron claves en
su vida y que será aquel icono fundamental del cual será identificado
mundialmente. Sobresalen los Nocturnos Opus 9 No. 2 (1833), dedicado a
Madame Camile Pleyel, el Nocturno Opus 55 No. 2 (1844), estos dos
primeros son en mi bemol mayor, y el Nocturno Opus 72 No.1 en mi menor.
Si
como intérprete casi no tuvo rival al piano, como compositor dedicó a
este instrumento la mayoría de sus obras. Pianista técnicamente
perfecto, impulsó una nueva técnica que revolucionó la interpretación de
la época al combinar las melodías en ambas manos.
Compositor
eminentemente romántico, basaba su sistema en la inspiración que le
brotaba a través de la improvisación provocando unas melodías expresivas
que normalmente llevaba la mano derecha que eran remarcadas por la
riqueza rítmica y armónica que escribía para la mano izquierda en la que
incluía la armonía modal.
Chopin
se ha convertido en uno de los padres del piano a través de la historia
de la música y del romanticismo. Por ello el mundo entero ha reconocido
la importancia de su trascendencia y aquél aporte que dejó a la música
universal mediante sus composiciones con el pasar de los años.
A
pesar que los temas clásicos no posean una popularidad firme en el
mundo que vivimos, hay que seguir difundiendo aquella música que se
expresan en las obras de Chopin para que futuras generaciones conozcan y
puedan valorar todo el trabajo que realizó éste compositor durante su
vida. Que dentro de un futuro podamos percibir y conservar, con más
fuerza, la esencia que nos expresa ser interpretado un nocturno.