No tuve una vida fácil, no he sido madre perfecta, es un anhelo imposible no tener fallas ni grietas, pero si lo he dado todo con afecto y con constancia para que ellos, mis hijos, arribaran a sus metas.
Siempre he tratado de ser el mejor de los modelos sacrificando momentos en pos de su felicidad, he ocultado mis lágrimas, he sufrido desconciertos, sumida ante mis miedos, siempre en soledad.
Soñamos que al llegar a viejos nos envuelvan de cariño, esperando que así sea transcurren raudos los días, aguardas esa llamada que te alegre el corazón, pero persiste el silencio...
¡Cuánto flaquea una madre, cuánto dolor le provoca! que esas criaturas preciosas con las que un tiempo jugó, la ignoren completamente como si fuese una extraña y no quien los concibió.
Es necesario que sepan que un día habré de marcharme; no quiero que entonces lloren sobre alguien que añoró las caricias , las palabras, las visitas , un abrazo,… y que se fue mendigando el fruto de lo que sembró.